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Mientras los campesinos se ahogan, alcalde Luis Fernández solo piensa en celebrar la Fiesta del Caimán

Mientras los campesinos se ahogan, alcalde Luis Fernández solo piensa en celebrar la Fiesta del Caimán

Mientras los campesinos de la Sierra Nevada luchan con palas para abrirse camino entre el lodo, el alcalde de Ciénaga, Luis Fernández Quinto, parece tener otras prioridades: organizar reinados y fiestas para el Caimán Cienaguero 2026.
 

Mientras en la zona urbana se afinan detalles para elegir a las reinas central e infantil, la zona rural del municipio está completamente abandonada. Veredas como Cuatro Caminos, Agua Vivas, Cherúa y Mocoita permanecen incomunicadas por deslizamientos, y en sectores como El Vergel, Uranio, Maquencal y Sierra Morena solo se puede transitar en moto. En otras como Nuevo Mundo y El Bosque, las vías desaparecieron por completo.

 

“Nos toca sacar de nuestro bolsillo para comprar combustible y pagar el operador. Si no abrimos la vía, perdemos la cosecha”, relata Alexander de León, presidente de la Junta de Acción Comunal de Palmor, quien denuncia que la Alcaldía no ha enviado maquinaria, ni apoyo, ni siquiera una llamada de auxilio.
 

Los productores de café reportan pérdidas de hasta el 60%, vendiendo su grano a precios mínimos por la imposibilidad de secarlo. Aun así, el alcalde no ha dado la cara, ni ha enviado un plan de contingencia.
 

El contraste no puede ser más brutal: mientras el gobierno local invierte tiempo y recursos en coronas, desfiles y comparsas, el verdadero motor económico de Ciénaga —el campo— se hunde entre el barro, el olvido y la desidia oficial.

 

Para completar, el presupuesto proyectado para 2026 solo destina $150 millones al sector rural, una cifra que los campesinos consideran insultante frente a la magnitud de la emergencia.


 

En Ciénaga, mientras el alcalde sueña con fiestas y escenarios, sus campesinos se ahogan sin vías, sin apoyo y sin esperanza.