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La comunidad clama soluciones, el rio amenaza con desbordarse y la alcaldesa brilla por su ausencia.
Mientras el río Fundación ruge con más fuerza y las lluvias arrecian como advertencia natural, la alcaldesa Luz Helena Andrade parece estar en modo avión. No corrige el proyecto, no presenta avances, y la comunidad sigue nadando y sumergida entre promesas.
La Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) ya hizo lo suyo: revisó, tachó y devolvió el proyecto de “CONSTRUCCIÓN DE OBRAS PARA LA RECUPERACIÓN AMBIENTAL E HIDRÁULICA EN UN TRAMO DEL RÍO FUNDACIÓN” bajo el radicado No. 2025ER02447. ¿El motivo? Simple: el documento no cumple ni con la metodología ni con los soportes técnicos, y lo que es peor, ni una foto de la población afectada aparece en los archivos. Es decir, un proyecto fantasma, sin pies ni cabeza.
Pero eso no parece preocuparle a la mandataria, quien aún no se digna a corregir el plan para volverlo a presentar. Y mientras tanto, los habitantes rivereños no solo pierden la fe: también están a punto de perder sus casas.
El mismo río, el mismo muro, la misma indiferencia
La historia no es nueva. Desde el 25 de agosto de 2023 un fallo de tutela le ordenó al municipio construir un muro de contención para proteger los barrios Ariguaní, Las Tablitas, Paz del Río, Chimila y La Feria. La orden fue clara: arranque con las obras, drague el río, instale los desarenadores, las estaciones de bombeo y deje de mirar para otro lado.
Como si las decisiones judiciales fueran sugerencias de decoración, la mandataria sigue incurriendo en desacato. Así lo confirma Carmiña Escorcia, quien lleva diez años peleando, vía Acción Popular, para que ocurra una tragedia que desde hace décadas ya está anunciada.
El proyecto está escueto
El círculo vicioso lo explicó la propia UNGRD: sin un proyecto bien presentado, simplemente no hay recursos. Pero en Fundación, donde los planes se redactan sin rigor y las emergencias se tratan con paños de agua tibia, la esperanza se desborda tanto como el río.
El 29 de abril de 2025, el Juzgado Quinto Administrativo de Santa Marta le dio tres días a la alcaldesa para que explicara por qué no ha cumplido. Y, como era de esperarse, ni respuesta, ni fallo, ni acción.
La situación es grave. El tiempo apremia. El agua no espera. Y mientras los barrios siguen contando costales de arena y rezando para que no llueva más, la gente se va ahogando en la indiferencia.
