Autor: Duvan Herazo
La candidata Guerra, hoy secuaz electoral del régimen caicedista, se enfrenta a la Paz Política. Esto significa que el desarrollo político de la coyuntura atípica en el Magdalena ha provocado un impacto tendiente a la resolución profunda de los conflictos que se viven en el territorio.
La convergencia política confeccionada por las organizaciones y partidos aglutinados en el proyecto del Pacto Histórico para enfrentar y superar el régimen político instaurado por Carlos Eduardo Caicedo Omar desde que ganó las elecciones del Distrito de Santa Marta en el 2012 cada vez se compacta más.
Si bien esto se aceleró por la decisión del Concejo de Estado que anuló la elección de Rafael Martínez como Gobernador del Magdalena, abriendo la puerta a unos nuevos comicioseste 23 de noviembre del 2025 en el departamento; también se suma al hecho de que realmente Fuerza Ciudadana ha perdido vigor en su avanzada política, administrativa y electoral en el ya mencionado departamento.
Así las cosas, las elecciones atípicas en el Magdalena configuraron un escenario extraordinario que ha unido a importantes sectores interesados en construir una historia “postcaicedista”. En esa apuesta, sectores progresistas han decidido apostarle a una alianza pragmática territorial que cohesionó fuerzas inclusive con partidos de centro y derecha.
Valga reafirmar que la heterogénea composición del bloque político que opera bajo la consigna “En el Magdalena Cabemos Todos”, incluye tendencias del partido Colombia Humana, además que inició con tendencias de la Unión Patriótica, el Polo Democrático y Partido Comunista, quienes en esta fase de la contienda electoral están aplicando con rigor su prudencia política. Pese a la crítica oportunista de Fuerza Ciudadana frente a aliarse con partidos de otras ideologías políticas, el Grupo Significativo de Ciudadanos “En el Magdalena Cabemos Todos” ha sostenido que aliarseespecíficamente con Cambio Radical, el partido Alianza Social Independiente y Colombia Renaciente tiene implicaciones legítimas en la apuesta por acceder al ejercicio del poder público administrativo en el Magdalena, teniendo en cuenta que la influencia real de estos partidos es histórica y se halla enraizada en la mayoría de alcaldías municipales del departamento.
Además, el régimen administrativo instaurado por Carlos Caicedo ya alcanza las dos décadas si incluimos su periodo como rector en la Universidad del Magdalena. Su historia no lo exime de alianzas, precisamente, con sectores de centro y derecha. Aunque debe reconocérsele que su gestión ha significado durante todo este tiempo avances principalmente en materia de desarrollo infraestructural para el distrito de Santa Marta y en algunos municipios del departamento, es inútil tratar de negar que su enconado enfoque confrontacional en el ejercicio de la política ha ralentizado los necesarios progresos que saquen al Magdalena del atolladero estadístico que se refleja en su deprimida, corrupta y violenta situación sociocultural en el marco local, regional, nacional e inclusive internacional.
Es en este panorama estructural que surge la propuesta de Paz Política, abanderada por el hoy candidato Rafael Noya, la cual se encuentra alineada programáticamente con la apuesta del presidente Gustavo Petro de una Paz Total para las distintas regiones del país. Pero la consecución exitosa de esta apuesta política para la superación de la violencia sociopolítica tiene como condicionante ejercer una voluntad político-personal de sanar, sin afán, pero con el debido cuidado, heridas históricas provocadas por el enfrentamiento fratricida que, lastimosamente, nos ha caracterizado como sociedad nacional.
En el caso particular del Magdalena, avanzar en la Paz Política conlleva el reto de superar el enfoque puramente divisionista remarcado por todas las figuras activas del movimiento político Fuerza Ciudadana, principalmente por su líder supremo. Ello se consuma en el trillado discurso que acusa esencialmente a “los de antes” de los problemas departamentales.
Se trata de superar el infantilismo político de no responsabilizarse del cumplimiento de principios de moralidad, economía, imparcialidad, coordinación y desconcentración en el ejercicio del poder público. Lo que se busca es consolidar la Paz Política que nos ayude a transitar hacia la unidad en medio de la diversidad social que representa al pueblo del Magdalena. Sólo así, desprovistos de ingenuidad y fortalecidos por el compromiso amplio, riguroso e incluyente de mejorar las condiciones reales de existencia en el Magdalena, podremos cumplir en cocinar el gran sancocho nacional anunciado por Jaime BatemanCayón, coterráneo de Gabriel García Márquez y de las más de un millón 500 mil personas que hoy habitan tan aguerrida tierra.